El dátil de Elche identidad agrícola milenaria con denominación de origen en camino

El dátil de Elche no es solo un producto agrícola, es un símbolo profundo de la identidad del Camp d’Elx. Su cultivo, íntimamente ligado al Palmeral de Elche, se remonta a siglos atrás y hoy, gracias a la labor de sus productores, busca consolidarse con un sello de excelencia: la Denominación de Origen Protegida. Mientras avanza ese proceso, el fruto ya cuenta con la Marca de Calidad de la Comunitat Valenciana, un importante paso que refuerza su valor económico, cultural y gastronómico.

Un cultivo con más de dos milenios de historia

Existen evidencias arqueológicas que demuestran que la palmera datilera se cultiva en el área mediterránea desde hace más de 2.500 años, aunque fue durante la dominación islámica cuando se desarrolló el sistema de riego y organización que configuró el actual Palmeral de Elche.

Este palmeral, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, alberga actualmente más de 200.000 palmeras, muchas de ellas productoras de dátiles de la variedad Phoenix dactylifera.

Un producto local con proyección internacional

En 2020 se fundó la Asociación de Productores de Dátil de Elche, que agrupa a los agricultores que cultivan el dátil fresco en Elche, Crevillent y Santa Pola. Esta asociación trabaja para profesionalizar el sector, preservar la biodiversidad local y dar visibilidad a un fruto de alta calidad que ya se exporta a países como Reino Unido, Alemania, Francia y Grecia.

El año 2023 marcó un hito al obtener el sello de Marca de Calidad Comunitat Valenciana, con el que el dátil de Elche adquiere un reconocimiento oficial como producto diferenciado y controlado, aunque aún sin la Denominación de Origen. El etiquetado solo puede aplicarse a frutos cultivados bajo normas estrictas: tamaño, color, sabor, origen y métodos de recolección.

 

Hacia la Denominación de Origen

El camino hacia la Denominación de Origen Protegida (DOP) está en marcha. La Asociación de Productores trabaja en un censo genético de variedades locales y en mejorar la trazabilidad y el volumen de producción, actualmente de entre 30.000 y 40.000 kilos al año. El objetivo es que el consumidor pueda identificar fácilmente los dátiles auténticos, cultivados de forma sostenible y local.

Una tradición que también se saborea

En la gastronomía ilicitana, el dátil ocupa un lugar destacado. Platos como el tradicional dátil con bacon o el uso del fruto en repostería, carnes y arroces lo mantienen como ingrediente habitual. Más allá de su sabor, es valorado por su aporte energético, su riqueza en minerales y fibra, y su producción de cercanía.

Compromiso con el territorio

La defensa del dátil como producto de calidad también forma parte de una estrategia de protección del paisaje del Palmeral y del mantenimiento del empleo rural en el Camp d’Elx. Las ayudas públicas, como las canalizadas a través del Ayuntamiento (30.000 € anuales), buscan fortalecer la investigación, la comercialización y el orgullo por un producto tan nuestro.