Elche recuerda a Pepe Tranca, el dandi más entrañable de los años 60

Elche conserva en su memoria colectiva la figura de José Vicente Bernabéu, conocido como Pepe Tranca o también como José de Illice, un personaje irrepetible que marcó la vida social de la ciudad durante la década de los 60. Su peculiar estilo, su simpatía y su presencia en las calles lo convirtieron en uno de los vecinos más carismáticos de la historia reciente de la ciudad.

Pepe Tranca era hijo de Gertrudis, una conocida estanquera de la calle Solares. Gracias a los ingresos del estanco, pudo permitirse una vida sin preocupaciones laborales, lo que le llevó a convertirse en un auténtico personaje popular. Se decía de él que “pasaba media vida encamado” y la otra mitad recorriendo Elche vestido con su habitual atuendo: capa española, pantalones acampanados, sombrero cordobés y una pipa siempre en la mano. Junto a él, nunca faltaba su perro pequinés, Filipín, fiel compañero de paseos y tertulias.

Era habitual verlo en los cafés y bares más populares del centro de Elche, como el Marfil en la Glorieta o en los rincones del Parque Municipal, compartiendo conversación y simpatía. Su estilo, a medio camino entre el dandi y el bohemio, no pasaba desapercibido, pero siempre fue recibido con cariño por vecinos y conocidos. Pepe Tranca simbolizaba un tipo de vida amable, de calle y de encuentro, propia del Elche de los años 60.

Aquella década fue clave en el desarrollo de la ciudad. Elche duplicó su población en pocos años gracias al auge de la industria del calzado, lo que trajo prosperidad y una vida social vibrante. A pesar de los cambios, los bares, las plazas y las tertulias seguían siendo el centro de la vida cotidiana. Pepe Tranca encajaba perfectamente en esa sociedad, con su carácter cercano, su elegancia excéntrica y su papel de figura icónica.

Uno de los momentos más recordados fue en 1965, cuando realizó el saque de honor en el Estadio de Altabix antes de un partido de Primera División entre el Elche CF y el Athletic Club. Lo hizo, además, con un peculiar toque de tacón, un gesto que desató sonrisas entre los miles de asistentes y quedó grabado en las crónicas locales como una anécdota inolvidable.

Décadas después, su figura sigue presente en las conversaciones de quienes vivieron aquellos años. Las historias sobre Pepe Tranca forman parte del patrimonio sentimental de Elche, evocando una época en la que la vida transcurría a otro ritmo y donde los personajes populares eran parte esencial del paisaje urbano.

El legado de Pepe Tranca no es solo el de un hombre con estilo propio, sino el de un símbolo de un Elche cercano, donde el encuentro y la convivencia en la calle forjaban la identidad local. Un recuerdo que permanece vivo en la memoria de la ciudad.

Imágenes: OpenAi