En medio del dolor y la devastación que siguen marcando la vida en Gaza, se abre una pequeña rendija de esperanza. Israel ha comunicado que acepta un plan de alto el fuego, aunque lo hace bajo una serie de condiciones que mantienen la tensión viva.
La propuesta llega tras semanas de intensa mediación liderada por Estados Unidos, Egipto y Catar, y busca detener un conflicto que ha dejado miles de víctimas y una crisis humanitaria al límite.
El plan, diseñado en varias fases, contempla una tregua inicial de seis semanas durante la cual se liberarían rehenes israelíes y prisioneros palestinos, mientras se facilita la entrada masiva de ayuda humanitaria a una población exhausta. En paralelo, Israel retiraría parte de sus tropas de las zonas más pobladas de Gaza, algo que no ocurría desde hace meses.
Las condiciones que mantiene Israel
El gobierno israelí insiste en que aceptar este plan no significa detener su ofensiva. “Israel no renunciará a su objetivo de eliminar la amenaza de Hamás”, expresó el Ejecutivo en un mensaje televisado.
El alto el fuego, por tanto, dependerá de garantías internacionales de seguridad, mecanismos de supervisión externos y de que se respete el derecho de Israel a defenderse ante cualquier ataque.
Un mundo pendiente de la tregua
La reacción global ha sido inmediata. Donald Trump describió la decisión como “una oportunidad real de detener la violencia”, mientras que la ONU pidió respeto absoluto a los compromisos adquiridos y acceso humanitario sin restricciones.
También la Unión Europea respaldó el acuerdo, pidiendo a Hamás que lo acepte sin añadir condiciones. “El sufrimiento civil no puede seguir siendo moneda de cambio”, afirmó su alto representante para Asuntos Exteriores.
Hamás entre la aceptación y el rechazo
Dentro de Hamás, las posturas están divididas. Algunos dirigentes consideran que la tregua es un paso necesario para aliviar el sufrimiento civil, mientras que otros rechazan cualquier propuesta que no contemple la retirada total del ejército israelí ni el levantamiento del bloqueo.
Estas discrepancias internas podrían dificultar la firma definitiva de un pacto que, de materializarse, supondría un cambio trascendental en la región.
Un posible punto de inflexión
Aunque frágil y llena de obstáculos, la iniciativa se percibe como una esperanza para millones de personas que viven atrapadas en la violencia diaria. El éxito del plan dependerá de la buena voluntad de las partes y de la capacidad de la comunidad internacional para mantener viva la negociación.
En un conflicto donde la desconfianza ha sido la norma, cualquier gesto de diálogo se convierte en un rayo de luz. Por primera vez en mucho tiempo, hay algo más que palabras: una hoja de ruta concreta que podría abrir paso a la paz.
Crónica: AFPRESS




