Instagram fue, durante años, una de las herramientas preferidas por los fotógrafos de Elche y de todo el mundo para compartir su trabajo y conectar con otras miradas. La plataforma que nació en 2010 como un espacio para publicar imágenes cuadradas con filtros se ha convertido hoy en una red donde los vídeos —especialmente los Reels— dominan por completo la experiencia de usuario.
Este cambio ha generado una sensación de frustración entre los profesionales y aficionados de la fotografía. Muchos recuerdan cuando la aplicación era una auténtica galería de arte digital, con fotos que contaban historias sin necesidad de palabras. Hoy, la fotografía ha pasado a un segundo plano frente al formato de vídeo, impulsado por la estrategia de Meta, empresa matriz de Instagram desde 2012.
La llegada de las Historias en 2016 y los Reels en 2020 marcó un antes y un después.
El algoritmo comenzó a priorizar los vídeos, ofreciendo mayor visibilidad a los creadores que los utilizaban. Las imágenes estáticas, en cambio, quedaron relegadas a los seguidores habituales.
En 2022, Adam Mosseri, responsable de Instagram, reconoció que la empresa “se había centrado demasiado en el vídeo” y anunció un intento de equilibrio. Sin embargo, los fotógrafos ilicitanos coinciden en que la situación apenas ha cambiado. “Subes una buena fotografía y pasa desapercibida, mientras que un vídeo corto llega a miles de personas”, comenta un joven fotógrafo de la ciudad.
A pesar de ello, muchos profesionales de Elche se han adaptado, combinando sus imágenes con vídeos que muestran el proceso de trabajo o los detalles técnicos de cada sesión. Los Reels fotográficos y los carruseles de imágenes se han convertido en los nuevos aliados de quienes se resisten a abandonar la esencia visual que dio fama a Instagram.
Para la comunidad artística de Elche, el cambio no es solo tecnológico, sino cultural. La fotografía es más que un formato: es una forma de mirar el mundo.
Por eso, muchos usuarios reclaman que Instagram vuelva a ser lo que fue: una red donde la luz, la composición y la emoción de una imagen contaban más que la viralidad de un vídeo.
Quizás el futuro pase por encontrar un equilibrio. Que la plataforma mantenga los Reels y las Historias, pero sin olvidar el valor de una buena fotografía. Porque Instagram, al fin y al cabo, se construyó sobre la pasión por capturar momentos, y esa pasión sigue viva entre los fotógrafos ilicitanos.





